Las tiendas de cómics son para eso, para vender cómics o figuras.
Las paredes de tu salón, o de tu dormitorio (a menos que seas un tío soltero o tengas un serio problema decorativo) son para poner cuadros, espejos, estanterías o pantallas de plasma. No para el Capitán América.
Y aquí está el problema.
Si eres admirador de este tipo de arte, y buscas y consigues obras de tus artistas favoritos... ¿qué haces luego con ellas?
Pues te lo digo yo. Lo normal es que las guardes bien embaladas y punto.
No puedes hacer mucho más. Y no es hipocresía o vergüenza, es sentido común. Cada cosa tiene su lugar y su momento. E insisto, si tienes un poco de buen gusto, no pondrás a Conan en tu pared.
Te resignas y lo guardas. Porque al final, te queda la satisfacción de saber que esas obras son tuyas y son geniales.
¿Pero no podría haber otra solución?
Porque en el fondo tú sabes que es arte (si no, no lo compras), y que el arte se inventó para ser expuesto, al igual que la música para ser escuchada.
Y ¡Voilá! Una idea. Un museo del 9º arte.
Ok. Pero eso cómo se hace. Porque, a menos que seas las baronesa Thyssen, tendrás como mucho un puñado de obras originales (y seguro que cada una de un padre y de una madre). Así que lo normal es tú solo no puedas montar nada serio. ¿Pero y si nos juntamos muchos?
Bueno, no invento nada. En Francia tienen galerías de este tipo (galería en singular, perdón). Y es genial. Pero el concepto de galería de arte no es exactamente lo que propongo. Las galerías viven de las exposiciones que hacen quincenalmente o cada mes, y para ello buscan y pagan a artistas para vender su colección.
Lo que propongo es más bien un almacén, a modo de consigna, donde todo quede a buen recaudo, con un mantenimiento anual por obra y un contrato con los propietarios. Hacer un catálogo y, en función de las obras, poder llegar a exponer colecciones en alguna galería, ahora sí, de Madrid.
¿Alguien se apunta?
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